miércoles, 21 de enero de 2009

Fertilización Insostenible Oceánica


  • El vertido de hierro permitido por el Gobierno alemán el 27 de enero del 2009, es un abierto desafío al Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas y a la moratoria internacional sobre la fertilización oceánica.

  • En 2008, tanto el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) como el convenio de Londres de la Organización Marítima Internacional —tratado que regula el vertido de sustancias o desechos al mar— establecieron una moratoria global sobre las actividades de fertilización oceánica debido a los riesgos ecológicos para los océanos y el clima, invocado para justificar tal decisión, al “principio de precaución”, un difundido concepto que respalda la adopción de medidas protectoras cuando no existe certeza científica de las consecuencias para el medio ambiente de una acción determinada. (COP 9 Decision IX/16. Bonn, 19 - 30 May 2008) (1).

  • El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) considera que la fertilización con hierro, como estrategia para mitigar el cambio climático, no es más que especulativa.

  • Un grupo científico implicado en el programa SOLAS (Surface Ocean-Lower Atmosphere Study) ha destacado en unas declaraciones pasadas que “la fertilización oceánica no dará resultados y será potencialmente nociva, y no debería ser utilizada como estrategia para compensar las emisiones de CO2”.

  • Miras al aprovechamiento comercial de la técnica ("geoingeniería o ingenieria planetaria") en el mercado de los créditos de carbono, la aplicación extendida de esta práctica de fertilización, permitiría secuestrar grandes cantidades de CO2 atmosférico, que serían “compradas” por países o empresas, en “compensación” por el exceso de CO2 que generan a través de sus propias actividades industriales.

  • El mercado para los créditos del carbón requiere de la documentación científica de cuánto carbón es secuestrado en el agua y cuánto tiempo permanecería allí?

  • La forma en que se habría decidido concretar el experimento LOHAFEX tiene implicancias políticas internacionales serias.

  • El proyecto LOHAFEX, afecta la credibilidad de Alemania y su papel pionero en la protección de la diversidad biológica.

  • La fertilización es una técnica en sí misma insostenible porque puede provocar modificaciones permanentes y, en gran medida, imprevisibles sobre los ecosistemas marinos.

El fitoplancton (0) no sólo representa la base de la alimentación de la vida marina, sino que también desempeña un papel clave en la fijación o absorción del dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) presente en la atmósfera. Los océanos respiran mil millones de toneladas de dióxido de carbono en y hacia fuera cada año. Si el hierro induce la proliferación de las algas y éstas absorben más dióxido de carbono, la fertilización del agua sería una forma de lucha contra el calentamiento global. El problema es que un aumento antinatural afectaría todo el ecosistema de la región donde se arroje el polvo de hierro. Y eso podría crear un efecto dominó insostenible en la biodiversidad de las regiones aledañas.

Aproximadamente una quinta parte de los océanos del mundo se puede clasificar como regiones oceánicas con mucho nitrato y poca clorofila (HNLC). En estas áreas, la escasez de hierro parece limitar la producción primaria, pese a existir cantidades suficientes de nitratos, fosfatos y silicatos. En varios experimentos llevados a cabo en diferentes océanos del planeta entre 1993 y la actualidad se ha demostrado la capacidad del hierro añadido para estimular el crecimiento de algas. Estos descubrimientos experimentales han conducido al debate sobre la viabilidad de proyectos de geoingeniería a gran escala, en los que el incremento de la productividad primaria se utiliza para absorber dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y transportarlo a las profundidades oceánicas, mitigando así algunos de los efectos del cambio climático.

La estimulación a gran escala de la producción primaria podría conducir a:
  • un aumento de la producción de metano y óxido de nitrógeno, ambos potentes gases de efecto invernadero
  • un aumento de la producción de dimetil sulfuro (DMS) que dé como resultado un aumento de la nubosidad
  • un aumento de la producción de haluros de metilo por parte de las algas que podría contribuir a la disminución del ozono estratosférico
  • la descomposición de algas muertas, que desoxigenaría la columna de agua de los ecosistemas afectados
  • un periodo continuado de fertilización con hierro podría inducir un cambio de régimen ecológico a largo plazo, hecho que quizás resultaría irreversible
  • un impacto a gran escala sobre los ecosistemas marinos por la fertilización oceánica con macro-nutrientes
El RV Polarstern, un buque alemán de investigación, propiedad del Instituto Alfred Weneger para la Investigación Marina de Postdam, Alemania, con 48 científicos a bordo inicio fines de enero del 2009, un experimento en gran escala de geoingeniería, llamado Lohafex” (LOHA es la palabra hindú para el hierro y FEX signífica, fertilización experimental), se enmarca en un acuerdo de colaboración entre instituciones científicas de la India, Europa y Chile (National Institute of Oceanography (NIO) Goa des Council of Scientific y Industrial Research, Indien, y el Alfred-Wegener-Institut für Polar- y Meeresforschung, Forschungszentrum der Helmholtz-Gemeinschaft), firmado el 30 de octubre de 2007 en Nueva Delhi.

Ante los intentos de hacer experimentos descontrolados de este tipo, dos tratados internacionales -el Convenio de Londres y la Convención sobre la Diversidad Biológica- pidieron en 2008 más investigación sobre los procesos implicados (COP 9 Decision IX/16. 2008).
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) considera que la fertilización con hierro, como estrategia para mitigar el cambio climático, no es más que especulativa.
Un grupo científico implicado en el programa SOLAS (Surface Ocean-Lower Atmosphere Study) ha destacado en unas declaraciones pasadas que “la fertilización oceánica no dará resultados y será potencialmente nociva, y no debería ser utilizada como estrategia para compensar las emisiones de CO2”.

Este proyecto“Lohafex” es el sexto estudio de fertilización del océano realizado en el océano austral desde 1993. Inevitablemente, el Océano Antártico ocupa un puesto relevante en el debate sobre la fertilización con hierro debido a su condición de tener mucho nitrato y poca clorofila (HNLC), su excedente de nutrientes “desaprovechados” y su papel como enlace entre la atmósfera y las profundidades marinas.
Además, hay indicios de que la disponibilidad de hierro en el pasado geológico puede haber influido en el CO2 durante los ciclos glaciales. Por lo tanto, se han imitado estas condiciones para evaluar el potencial de la fijación de CO2 y del traslado de carbono a los fondos marinos que se podría lograr con una fertilización con hierro a gran escala en el océano Antártico (9).

Los investigadores de LOHAFEX planean esparcir seis toneladas de sulfato de hierro (en informaciones anteriores, habían dicho que serían 20 toneladas) (2) sobre 300 kilómetros cuadrados en el océano abierto en el Mar de Scotia, cerca de Antártica.
El equipo busca provocar un florecimiento masivo de plancton que pueda percibirse desde el espacio exterior. La expectativa es que al “fertilizar” el océano con hierro ocurra una enorme captura de carbono, lo cual demuestre que esta técnica “geoingeniería”, es una solución veloz para el cambio climático, pero con ella se están incumpliendo con los términos de la moratoria del CDB. (3) .

El periódico Märkische Allgemeine publicó extractos de una carta enviada por el ministro Medioambiente, Sigmar Gabriel a su colega, la Ministra de Investigación Annette Schavan. En la carta, Gabriel pide a Schavan asegurarse de que el proyecto “se detenga inmediatamente” (4) . La operación “afecta la credibilidad de Alemania y su papel pionero en la protección de la diversidad biológica”. Sigmar Gabriel personalmente negoció la moratoria sobre fertilización del océano durante la reunión del CDB el año pasado en Bonn. Gabriel es actualmente Presidente del Buró que vigila el Convenio de Diversidad Biológica.

En mayo de 2008, el ministro alemán del ambiente, Sigmar Gabriel negoció el texto final de la moratoria, en su calidad de presidente de las negociaciones globales. Las partes del Convenio —incluyendo Sudáfrica, India y Alemania— acordaron que no se realizarían actividades de fertilización oceánica hasta que hubiera “fundamentos científicos adecuados sobre los cales justificar esas actividades, incluyendo una evaluación de los riesgos asociados”, y “un control global, trasparente y efectivo así como un mecanismo regulatorio para esas actividades.” Hasta la fecha, no existe tal mecanismo. El ministro del ambiente de Alemania ha elogiado la moratoria de facto, agregando: “Es muy extraño pensar que la tecnología puede resolverlo todo. Es riesgoso y demuestra lo que los humanos estamos dispuestos a hacer. Me congratulo de que logramos una moratoria de facto.”

Aunque la moratoria del CBD sí menciona que pudieran realizarse “experimentos en pequeña escala, dentro de las aguas costeras”, Lohafex se propone en altamar. Más aún, las partes del Convenio de Londres y del Protocolo que lo enmienda en 1996, organismos internacionales que trabajan para evitar el vertido de sustancias y desechos en los océanos, fortalecieron recientemente la moratoria al adoptar una resolución que prohíbe todas las actividades de fertilización oceánica, en la escala que sean, hasta que se establezcan una serie de reglas específicas. La primera reunión para el establecimiento de esas reglas ocurrirá en febrero de 2009.

Hoy 28.01.2009 la Ministra de Investigación Annette Schavan autorizo la fertilización de los 300 km2 con hierro!

La idea, como muchas otras de geoingeniería, ha sido criticada por científicos y ecologistas por los peligros de sus consecuencias, al menos si el experimento es a gran escala. Así, los científicos temen que dichas operaciones puedan cambiar la composición de los océanos, incrementar la acidez o generar “zonas muertas” con situaciones de hipoxia o anoxia (escasez o ausencia de oxígeno) debido a una excesiva proliferación de estas algas microscópicas. Algo que podría incluso provocar liberación de otro gas de efecto invernadero, el óxido nitroso.

La fertilización del océano podría generar cambios en la estructura de la biodiversidad y los ecosistemas marinos, y podría tener otros efectos no deseados. Aunque los experimentos controlados de fertilización con hierro arrojaron un incremento en el crecimiento del fitoplancton y una reducción temporal del C02 atmosférico, no queda claro si esto podría aumentar la transferencia de gas a las profundidades oceánicas a largo plazo.


Ciclo del carbón (Foto: University of Portsmouth).
El plancton es una esponja natural para el dióxido de carbono. Ocurre naturalmente en el océano y su crecimiento es estimulado por el hierro que utiliza para fotosíntetizar y para crecer. Cuando muere el plancton se hunde en el fondo de los océano y de esa manera se atrapa algo del carbón que ha absorbido de la atmósfera.


Algunas primeras pruebas relativamente rudimentarias y sumamente optimistas indican que, tras un siglo de fertilización oceánica, se podría conseguir una reducción de aproximadamente 50ppm (25-75ppm) de los niveles atmosféricos de CO2. Para ello se necesitaría utilizar anualmente, medio millón de toneladas de hierro, 2700 embarcaciones o 600 aviones, lo que reduciría 0,5Gt de CO2 (9).

Un estudio científico "Southern Ocean deep-water carbon export enhanced by natural iron fertilization." (5), publicado en el 2008 en la revista Nature, revelaba los resultados de un extenso programa llevado a cabo alrededor de las islas Kerguelen del océano Índico, ha puesto de relieve que es imposible imitar el proceso natural de fertilización por hierro de los océanos y controlar sus efectos secundarios en todos los organismos marinos. La fertilización artificial de los océanos con hierro, para que aumente la cantidad de fitoplancton y que los océanos puedan procesar así mayor cantidad de dióxido de carbono atmosférico para reducir la contaminación, es una de las propuestas de la geoingeniería para reducir el impacto ambiental de las actividades humanas que se derrumba con este descubrimiento.

El fitoplancton, conjunto de organismos acuáticos con capacidad fotosintética que viven dispersos en el agua, precisa de una serie de nutrientes y también de hierro para desarrollarse. El aumento de su presencia en el océano aumenta también la cantidad de dióxido de carbono almacenado por éstos y puede reducir por tanto la contaminación atmosférica. Por esta razón, algunas sociedades de geoingienería climática han propuesto remediar el aumento de CO2 atmosférico por medio de la manipulación de la bomba biológica, añadiendo de manera artificial cantidades de hierro al mar. Supuestamente, la cantidad aumentada de fitoplancton que se derivaría de este añadido supondría una reducción del dióxido de carbono presente en la atmósfera, lo que a su vez reduciría la contaminación provocada por la actividad humana.

En el clima global juega un papel clave el intercambio de gases entre el océano y la atmósfera, sobre todo del dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. El carbono se presenta en el mar en tres formas diferentes: dióxido de carbono soluble (CO2), como hidrógeno de carbono (HCO3), y como carbono (CO3). Debido a que una parte de CO2 en el agua se trasforma en HCO3 y CO3, el mar es capaz de almacenar dióxido de carbono mejor que la atmósfera. Sin embargo, la investigación publicada en Nature, llevada a cabo en las Islas Kerguelen, puso de manifiesto que el proceso natural de aumento del hierro en la superficie oceánica es inimitable de manera artificial por su ritmo natural (continuo y lento) y porque resultaría imposible predecir los efectos secundarios en los recursos marinos de la adición del hierro a los océanos.
La constatación con esta investigación de que, por tanto, la fertilización artificial con hierro no sería igual al aporte natural de este elemento en los océanos, según publica el CNRS de Francia(6), tira por tierra una solución para la contaminación del planeta : el hierro añadido por la mano del hombre no nos ayudaría a limpiar la atmósfera.

Actualmente, y sin ayuda, los océanos absorben ya un tercio del dióxido de carbono que emiten las industrias y demás fuentes humanas contaminantes a la atmósfera. Se había pensado que, al igual que se han plantado árboles para el procesamiento extra de dióxido de carbono, se podía aumentar la captación de este gas por parte de los océanos gracias a la fertilización del hierro en el agua. Esta fertilización permitiría aumentar la cantidad de microorganismos (fitoplancton) acuáticos que procesan el CO2. Pero, tal como explican los artífices de esta investigación en la revista Nature (5), la fertilización artificial jamás será tan eficaz como el aporte natural de hierro propio de los océanos, lo que acaba con un mito de la geoingeniería climática, (7).

El fitoplancton fija el CO2 durante el proceso de la fotosíntesis, capturándolo en la superficie de los océanos y, cuando los microorganismos mueren, depositan el dióxido de carbono en el fondo del mar.
Diversos estudios anteriores habían demostrado que no sólo los nitratos son nutrientes esenciales para el crecimiento del fitoplancton, sino que también el hierro es importante.
Aún así, el aporte de hierro al mar no es una solución del todo fiable, aseguran los artífices de esta investigación, Stéphane Blain y sus colegas, del Laboratoire d'océanographie et de biogéochimie de Marsella (LOB) perteneciente al Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.
En el cuadro de la expedición internacional KEOPS , que comenzara a principios de 2005, estos investigadores pasaron cuarenta días a bordo del Marion Dufresne en el Océano Austral, a lo largo de las islas Kerguelen.
En esta zona, cada verano se produce una explosión natural de fitoplancton, originada, según los estudios de los científicos, por un aporte natural de hierro procedente de las profundidades y que es responsable de una floración excepcional.
Los científicos han podido constatar en un escenario natural que la eficacia del hierro en este contexto es mucho mayor que la de los resultados obtenidos con fertilización artificial, porque por cada unidad de hierro de las profundidades, el mar capturaba entre 10 a 100 veces más carbono de lo normal en la zona (8).

La vía biológica de captura del carbono atmosférico, explica, parece ser mucho más sensible a los aportes naturales de hierro en el agua que a la adición artificial de éste, lo que pone en serias dudas la eficacia de las manipulaciones de geoingeniería destinadas a reducir la concentración de gas carbónico atmosférico por fertilización de los océanos con hierro.
Una serie de expediciones al océano Austral entre los años 1993 y 2005 pusieron en evidencia que, en diversas regiones oceánicas, las algas carecen de hierro, pero se multiplicaban con rapidez si se añadían pequeñas cantidades de este elemento.
A pesar de todo, el estudio en el medio natural de las islas Kerguelen ha revelado que el aporte natural de hierro en la zona procedente de las profundidades marinas gracias a diferentes mecanismos de transporte, el consecuente florecimiento del fitoplancton y el posterior hundimiento del carbono a las profundidades, es al menos dos veces más importante que la captura del carbono logrado por medios artificiales, y que se consigue con cantidades de hierro mucho menores.
El resultado muestra por otro lado que el sistema oceánico es mucho más sensible a las adiciones naturales de hierro de lo que se podría predecir de las experiencias artificiales.

En 2007 a dos compañías privadas, Ocean Nourishment Corporation de Australia y Planktos Inc. de Estados Unidos se les impidió que realizaran sus actividades de fertilización oceánica en el Mar Sulu (Filipinas) y cerca de las Islas Galápagos (Ecuador). En la breve historia de esta moratoria global establecida en 2008, Lohafex sería la primera operación de este tipo que abiertamente desafía los acuerdos tomados por la comunidad internacional. La fertilización oceánica es solo una de una serie de propuestas extremas para remediar problemas de calentamiento, a las que nos referimos como geoingeniería, y que intentan ser una respuesta al cambio climático.

La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos.

(0) En biología marina y limnología se llama fitoplancton al conjunto de los organismos acuáticos autótrofos del plancton, que tienen capacidad fotosintética y que viven dispersos en el agua. El nombre proviene de los términos griegos (phyton, "planta") y ("plánktos", "vagabundo" o "el que va dando tumbos").

(1) Ver el boletín de prensa de ETC, "Geoingenieros alemanes muestran voluntad de hierro para desafiar moratoria global de la ONU," 9 de enero de 2009. Disponible en línea en http://www.etcgroup.org/es/materiales/publicaciones.html?pub_id=711

(2) Para ver la información donde se hablaba de 20 toneladas, consultar el sitio web del Instituto Nacional de Oceanografía de India en http://www.nio.org/projects/narvekar/narvekar_NWAP2.jsp consultado el 13 de enero de 2009.

(3) El texto completo de la decisión del CDB sobre fertilización del océano puede encontrarse en http://www.cbd.int/decisions/cop9/?m=COP-09&id=11659&lg=0

(4) Disponible en alemán en http://www.maerkischeallgemeine.de/cms/beitrag/11403492/485072/Vorhaben-des-Alfred-Wegener-Instituts-verstoesst-offenbar-gegen.html

(5) Southern Ocean deep-water carbon export enhanced by natural iron fertilization.
Raymond T. Pollard, Ian Salter, Richard J. Sanders, Mike I. Lucas, C. Mark Moore, Rachel A. Mills, Peter J. Statham, John T. Allen, Alex R. Baker, Dorothee C. E. Bakker, Matthew A. Charette, Sophie Fielding, Gary R. Fones, Megan French, Anna E. Hickman8, Ross J. Holland, J. Alan Hughes, Timothy D. Jickells, Richard S. Lampitt, Paul J. Morris, Florence H. Nédélec, Maria Nielsdóttir, Hélène Planquette, Ekaterina E. Popova, Alex J. Poulton, Jane F. Read, Sophie Seeyave, Tania Smith, Mark Stinchcombe, Sarah Taylor, Sandy Thomalla, Hugh J. Venables, Robert Williamson & Mike V. Zubkov
Nature 457, 577-580 (29 January 2009) | doi:10.1038/nature07716; Received 23 October 2008; Accepted 8 December 2008
http://www.nature.com/nature/journal/v457/n7229/full/nature07716.html

(6) Fertiliser les océans : la fin d'une utopie ? http://www2.cnrs.fr/presse/communique/1086.htm

(7) EE.UU. propugna la geoingeniería para frenar el calentamiento global
El debate científico se intensifica a medida que el cambio climático se hace más intenso y peligroso. http://www.tendencias21.net/EE-UU-propugna-la-geoingenieria-para-frenar-el-calentamiento-global_a1056.html

(8) Boyd Philip W. (2007). Biogeochemistry: Iron findings. Nature 446 April 2007. Published online: 25 April 2007 | doi:10.1038/446989a
http://www.nature.com/climate/2007/0706/full/446989a.html

(9) La fertilización oceánica. Greenpeace Internacional. Noviembre de 2007


¿Es el declive del KRILL ANTÁRTICO resultado del calentamiento global o del exterminio de las ballenas?

Prof. Dr. Victor Smetacek
Instituto Alfred Weneger Alemania

Tras la práctica extinción de los stocks de grandes ballenas en torno a la Antártida hacia mediados de los años sesenta, se esperaba que la biomasa de krill aumentara a causa del descenso de la presión de predación. Sin embargo, parece que ha ocurrido lo contrario: los stocks de krill se han reducido en un 80%durante las tres décadas pasadas, una caída que ha ido acompañada de un incremento simultáneo en la biomasa de salpas. Una explicación de dicho declive es que una zona de hielo marino situada junto al extremo de la Península Antártica, y considerada crucial para el crecimiento de la población de krill, ha retrocedido como consecuencia del calentamiento global. Si esta explicación resulta acertada, la disminución habría ocurrido igualmente, y las poblaciones de ballenas, de no haber sido explotadas, sufrirían ahora una grave hambruna.
En este estudio se proporciona una hipótesis alternativa basada en la ecología evolutiva. Según esta perspectiva, la excepcional «cadena trófica de los gigantes» se mantenía gracias al condicionamiento ambiental impuesto por las ballenas, que mediante su actividad alimentaria lograban que el elemento limitante de la producción biológica, el hierro, se reciclara en la capa superficial en un grado mayor que sin dicha actividad. Dado que las ballenas comían proteínas, pero acumulaban lípidos, secuestraban energía, y es muy posible que reciclaran elementos esenciales, en concreto hierro, que devolvían al ecosistema para que el fitoplancton pudiera fijar más energía. Tal «mecanismo de fertilización» realizado por las ballenas habría aumentado la extensión espacial de la región productiva. En su ausencia, la productividad basada en el hierro reciclado habría bajado, el área productiva se habría reducido y las salpas se habrían instalado en la zona, lo que coincide con las tendencias observadas. La tendencia actual requiere acciones urgentes si queremos asegurar la recuperación de las poblaciones de ballenas antárticas, que siguen al borde de la extinción.

La hipótesis del reciclaje de hierro que se presenta en este artículo puede verificarse mediante experimentos de fertilización con hierro a largo plazo y a gran escala llevados a cabo en el Atlántico suroccidental, donde anteriormente se localizaba la mayor parte de la población de krill. Aparte de ampliar nuestra comprensión del funcionamiento del ecosistema pelágico, una ventaja adicional de dichos experimentos sería comprobar la viabilidad de una fertilización con hierro a gran escala para secuestrar cantidades significativas de CO2 atmosférico. Bajar documento. http://www.grupobbva.com/TLFU/dat/02%20SMETACEK.pdf

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